25.5.10

De verdad

Cuando empiecen por ellos mismos, pero de verdad, nos los volveremos a creer. Cuando sean capaces de llevar a cabo, pero de verdad, recortes en sus ingresos, o hachazos, podremos hablar seriamente de “sacrificios” para combatir la crisis. Cuando se decidan, pero de verdad, a quitarse del bolsillo esos sueldazos de más, esas dietas de más, esas comisiones de más, esas indemnizaciones de más, esos cargos de más, esas pensiones vitalicias de más, empezaremos a confiar en que no están en política por provecho propio y sí para el bien común. El bien común suena a payasada y a insulto y a basura y a fechoría cuando te enteras de lo que han cobrado, de lo que cobran y de lo que cobrarán toda su vida por haberse tocado la entrepierna de doce a dos, con dos horas para comer. Porque, mira, a estas alturas, no nos pongamos delicados: hay políticos que han llegado a sus cargos con el único fin de jincharse de pasta, y no hablo precisamente de los corruptos, sino de los que se jinchan por lo legal. Y que los hay agarrados a la O del socialista obrero para vivir como lo que son y a lo que han aspirado toda la vida: señoritazos ricachones, viciosos de lujo y podridos de patrimonio. Y todo ello con el dinerito público que tanto les gusta, por dulce, por fácil, por soba y por —eso creen— merecido.

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