4.11.09

Los indios

Y además tenemos que contar con los cafres que se meten en el renovado recinto ferial y destrozan los aseos en una juerga destructiva que debe de parecerles más graciosa que ná. Ahora a reparar y a pagar una vigilancia. Más gasto. Hay que ser cretino y cipote, ¿no ves que eso lo pagas tú y tu padre, chalao perdío? Cuando no es la mala gestión política la que nos arruina un bien público, sino los vándalos beneficiarios, dan ganas de darles la razón a los políticos cuando piensan –nunca lo dicen, claro, pero lo piensan– que no merece la pena ponerlo todo demasiado bonito y que con la improvisación y el parche bastaría. Total, al final va a llegar un brutazo a pintarrajearlo o a cargárselo directamente. Siempre he pensado que en este puto mundo somos muchos, es el problema, y como estamos tantos, pues pasa lo que pasa: que les damos más oportunidad de existir a los encabronados que se vengan de su propio ser mediante el porretazo y el enmierde de las zonas comunes y los servicios públicos, cuando lo bonito sería desahogarse con un par de ladrillos y la propia pichula en medio. Poco ha durado indemne el remodelado recinto ferial, sí señor. Ya estaban tardando los indios en hacer su aparición, tan valientes, tan machotes y tan chistosos. Cuchi, nene.

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