16.9.09

El beso

No se va a poder besar el Santo Rostro por culpa de la gripe chunga. Bueno, a ver, ¿y a mí qué me importa?, eso es cosa de la Medicina y la Teología, no me interesa opinar sobre el tema, que opinen otros, ni siquiera se me ocurre llamar a los del Cabildo Catedralicio “hombres de poca fe” por pensar que un virus puede ejercer su poder maligno una vez pasado por un objeto sagrado, santo, verdadero y archivenerado, milagroso y bendito, qué tontería, lo malo se pega, todo lo malo se pega, besar eso se pega, los dioses han mandado la enfermedad y ni sus cosas respetan. A mí que me dejen, que opinen otros, ya digo. Tantas bocas, claro, es natural, y tanta devoción en los labios no es un antídoto, no es un desinfectante, la devoción no conoce hospitales, vive o se muere, pero no enferma. Apenas me da alegría el hecho de que un bichito microscópico vaya a ser capaz de interrumpir una superstición de siglos. Eso ni la vocinglería atea ni los espasmos agnósticos ni los garrotes anticlericales lo han conseguido. Pero sí el bichito virulento y porculero. Eso no va conmigo, cállate ya, nene, qué mal te hace a ti la oscura cola del beso tenebrista, preocúpate tú de no besar a quien no debes para evitarles una fiesta a tus enemigos. Ah, y feliz cumple, Inmamolinos.

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