6.5.09

La Beltraneja

A los colegios religiosos concertados les parece poca la ayuda que ya reciben de Dios y se quejan de que los públicos son mejor atendidos por el Ministerio de Educación. Pues qué se le va a hacer: si la administra-ción os discrimina será porque Dios quiere, ¿no? ¿O no puede Dios extender una de sus manos e iluminar las conciencias de los que reparten los dineros, los programas, los proyectos, las cosas? Bueno, a ver, venga, que sí, que estoy siendo muy cínico, lo siento, esto no tiene gracia, pido perdón. Lo que pasa es que, en fin, razón creo que no me falta, ¿eh? Tú ponte a pensar, déjate las uñas. ¿Dios ayuda a los colegios de enseñanza laicos? ¿Es capaz Dios de dejar de su mano a los centros que no se basan en él para explicar los misterios de la vida, de las ecuaciones, de la tabla periódica, de la Beltraneja? ¿No? Pues ya podría ser que sí, que Dios dijera “¡anda y que os den, rojos!” y no añadiera ayudas a quienes las tienen todas y no pisara un aula pública aunque se lo pidieran de rodillas, qué leche. Ay, ya sé, esto no es tan sencillo, Dios nos ama a todos por igual; pero, cucha que te diga, no hace falta dejar de amar para ser justos, y Dios nos amará y todo eso, pero a justo no le gana nadie, no le gana ni dios, y su justicia reparte. ¿Verdad? ¿Es así? ¿A que sí?

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