12.3.09

Mala fama

O sea que lo grave es que un juez halle indicios y más que indicios de corrupción en un partido político. No que exista corrupción, no que una pandilla de mangantes pueda estar poniéndose púa con el dinero público, sino que alguien meta las narices para ordenar, clasificar y juzgar esa colección de mangosidades. El juez es malo, es un peligro y además está politizado por aplicar la lupa a las comisiones irregulares, a los sastres y toda la fila de carretilleros que acarrean miles de euros ajenos para volcarlos en sus cuentas corrientes. Eso es lo intolerable para el partido político investigado. La leche que les dieron. Llega un momento en que la cara dura, el poco cuidado por disimular lo que en realidad son algunos —unos señoritos que se limpian el ojete (o chimo morado) con el honor, la democracia y los votos—, es tan palmario que se queda uno pasmado, boquiabierto y a dos mocos, y hasta piensa que las cosas son así y así nos las tenemos que comer porque eso es lo normal, porque esa es la pasta única de la que están hechos los políticos y si te gusta, bien, y si no te gusta, te aguantas. Después se quejan de la mala fama de la que gozan, después se quejan de que el “paso” sea la respuesta de muchos jóvenes cuando de política y votar les hablas.

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