24.12.08

Don Ramón

Don Ramón Palacios ha llegado al caldito de madrugada del cotillón de su carrera política. Viva don Ramón. El alcalde de La Carolina (a don Ramón nunca le cabrá en el cargo ni el nombre eso de “ex”) ya puede ir a acostarse, a levantarse tarde, a desayunarse sus bizcochos con chocolate y a pasar la resaca y el resto de sus años como mejor le convenga y le dé la real gana, ¡pues faltaría más! Arriba don Ramón. Han sido cuarenta y cinco años entregado al servicio público, como un taxi, y a la defensa y vigilancia de las libertades, inasequible siempre al desaliento, centinela provincial con lucecita perenne en la ventana de su despacho, una lucecita que podía ser vista desde El Pardo, cuando tocó, y desde La Moncloa de los Aznares, cuando tocó también, Carolina nacional, alcaldote venerado, vengan medallas. Hasta que vino una niña, la niña Férriz, a decirle que se sentara un poquito, la muy insolente, qué polvorilla. A sus pies, don Ramón. Mas no cesa ni se marcha ni dimite, don Ramón: don Ramón, simplemente, se toma el caldito —sin soplar, que eso de soplar es de zafios—, y se retira a sus aposentos fugaz y fabuloso como un pájaro emblanquecido por los años. Ahí os quedáis quitando crucifijos y casando homosexuales. Todo un documento, don Ramón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ay jesus, que mano de reir leyendo los comentarios de los tunos, madre mía... te tachan de fascista, de intolerante, de hijo de puta... estarás contento no? desde luego, enfadar así a los cantantes universitarios, con lo respetuosos que son ellos, que cuando vienen los reyes les cantan.... qué contar sobre ramón palacios, que yo quiero que se quede de concejal, que daba mucho juego no? un besillo. ya ves, indiferencia cero.

Jesús Tíscar Jandra. dijo...

Los tunos tunantean, es lo suyo. Pero yo nunca estoy contento, si no... de qué.
Saludos.