19.9.08

Laura

El descampado, me quedo con el descampado, a mí la que me gusta es la del descampado: con su mulo, con su camión Renault, con sus antenas y su cubeta colorín allí al fondo, junto a la tapia, con esa soledad y ese lujo de chicharraras en verano (que las oyes) y sus fritangas lejanas a la hora de la cena pobre delante del CNN Plus en la tele. El descampado, Laura, el descampado. Qué hermoso. El descampado es una de las dieciocho fotos que la jaenita Laura Gavilán Expósito ha colgado en la sala de exposiciones de Caja Granada. Todavía mañana, que es el último día, puede usted acercarse a verla. Yo sabía de algunas fotos de Laura Gavilán, de sus morerías con sombrilla y sus encapuchados que vienen de comprar el pan metido en una talega, pero no le conocía esos descampados, aunque, ahora que lo pienso, tenía que haberlo sospechado al verle el ojo melancólico y un poco huidizo que la fotógrafa arrima al visor para detectar las obras de arte que consigue. Siempre he envidiado a los fotógrafos artísticos, porque son capaces de inmovilizar para siempre un pensamiento, una idea, algo que los escritores sólo logramos tras mucho alfabetazo agotador, y a veces ni por esas. Te doy las gracias, Laura, por haberme puesto otro descampado en la vida. Uno más.

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