13.5.08

Un dedo malo

Pues yo no les estoy agradecido a los del mayo del 68. Me parece que muy pocos de mi generación se lo están. No consiguieron nada más que hacer el tonto y dejarse las uñas en los adoquines para ver si allí debajo estaba Benidorm. Y las historietas, venga a contar historietas, y dale, y toma... Qué brasa, por dios. Porque se da la circunstancia extrañísima de que todos estuvieron allí, en París, en el 68, en mayo, aunque algunos no salieran de sus pueblos romerones y cagajoniles más que para ir de médicos con la abuela a la capital, de limpio y corbata, eso sí. Ya se sabe que, hoy, los del mayo del 68, los que no se han jubilado anticipadamente por tener un dedo malo o por una depresión causada por su propia pestiñez insoportable, ocupan cargos de pastón, sin demasiada responsabilidad, y acumulan propiedades, y que no prohíben prohibir porque entonces se les verían las bragas caídas a la altura de las corvas, y que ya no hay nada imposible que pedir porque con dinero se compran hasta los sapos que se tragan y nos hacen tragar. Los del mayo del 68 fueron unos mandrias y unos casquivanos y unos polloperas a los que no tenemos nada que agradecer. Cogieron un juguetico, lo usaron y lo tiraron. Anda ya.

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