11.4.08

Nadie

Asusta lo poco que conmueve ver a un ser humano como George Bush llorando por un héroe estadounidense de la guerra de Irak. Fue obsceno, pornográfico, guarrindongo. A qué viene ahora esa lágrima, qué asesor de imagen se la planeó, qué mota oportunísima voló hasta su ojo poderoso y logró hacerle parecer un madaleno ante el mundo, su mundo. Cuchi qué lastimica, oye. Han tenido que pasar cinco años desde el comienzo de aquella salvación asesina, cinco años de perros asalvajados hocicando sangres, para que al niñato de la Casa Blanca se le escape un fluido, será porque le quedan ya tres cucharás y un pelao al frente del imperio y la multinacional. Verás tú que, con lo pelotas que es, Aznar se pone a gimotear en cualquier acto público. Espero que haya alguien cerca para recogerle la lágrima en una ampolla, sellarla inmediatamente y ofrendársela a Santa Porcula Inmediata. Válgame. Niños infieles y petrolíferos reventados como sapos podrían calmar su sed de esperanza lamiendo esa lágrima, miles de civiles mutilados podrían secársela con la infamia absorbente de sus muñones. Quién llora por la muchacha que pasaba por allí, por Bagdad, sin meterse con nadie, sin ser heroína de nada más que de su existir. Pues nadie, mire usted.

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