26.2.08

Ecce homo

Que digo yo que a ver cuándo va a empezar a funcionar el café-bar del Nuevo Teatro, que nos lo digan, más que nada porque, mientras tanto, deberían autorizarnos a llevar nuestras propias cervezas, bocadillos y panchitos, sobre todo en representaciones como las del CAT este fin de semana, despiadadamente largas, más largas que la noche un triste, dicen que porque la Pilar del Río no consintió que le metieran ni un poquitín de cúter al texto de su marío el Saramago, yo qué sé, lo cierto es que, durante el descanso de quince minutos y con la perspectiva de una hora y media más por delante de In nomine Dei, amén, el respetable tenía la boca como el culo, ecce homo, y un cervezón así rapidico, aunque sea, nos hubiera hecho reconciliarnos con Melpómene y hasta con su prima la del pueblo, que no es musa de nada pero se fija mucho, qué barbaridad, qué pestiñazo llegó a hacerse un montaje tan bien puesto e interpretado. Así que eso, nenes de Cultura, el bar, la cafetería, el ambigú, que lo vayáis arrendando, concediendo a quien sea, que un teatro sin ambigú, sin cafetería, sin bar, es como una cama sin amante, como un televisor sin pañito ni gitanilla encima, como una misa sin murmullos ni crujidos ni hostias.

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