10.10.07

Feria en el casco viejo: bar La Barra


Los caracoles deberían estirar los cuernos hasta octubre y seguir llegando al bar La Barra para cooperar con la feria de día en el casco viejo, al igual que el toro estira el rabo hasta la cocina del local, las migas sus avíos y el cortijero su pisto, que es una palabra que siempre me ha hecho mucha gracia: pisto. Me troncho. El bar La Barra puede ser el comienzo de la andadura de esa feria tasquera y bulliciosa que, muchos —excepto los propios hosteleros, parece ser—, desearíamos en este Jaén lagártico y papafrita. Carlitos Barra, quien, como dice mi amigo Karames, da perfectamente el perfil del bachiller Sansón Carrasco, está entre el tabernero malafollá de toda la vida y el muchachote cachondón que juega a ser el tabernero malafollá de toda la vida. Inventor del Rosini, con su uva popular y sus efectos diuréticos, digestivos y alejadores del espectro de la impotencia, ha creado también un kit de morcillas palatapa, el cual uno se zampa entre piquitos y al compás de la morterá de cerveza que te coloca en un vaso igualico al que te pone la tita Carmen cuando vas a su casa a hacerle un chapuz, allí están desterradas las cañas, y que no te extrañe oír jazz entre cencerros, almocafres y sardinillas “El Decano”.

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