17.5.07

La boda aceitosa

Expoliva es una boda entre negociantes a la que la oliva asiste de madrina, ataviada con su vestidoncho un poco cateto y su buena peina en la copa, tan chaparra y regordeta ella, mírala. Cuando todavía huelen las moquetas se celebra la ceremonia del enlace, con muchos curas y aún más monaguillos, tan solemnes y creyentes, y ahí está la oliva, embutida en sus galas, emocionada una vez más, rabiándole los pies por culpa de los zapatos, pero entregada. Porque la oliva es una señora gorda a la que los zapatos de gala ni le sientan ni le hacen bien, mas hay que ponérselos, el acontecimiento lo merece. Los negociantes contrayentes dan el sí, quiero, se pegan un piquito y suena entonces el melenchón nupcial que abre las casetas y saca los vinitos y los panecillos pringosos, también el jamón y el queso bueno, pero ésos hay que saber buscárselos. Las azafatas, que están todas muy buenas y algunas hasta lo saben, reparten menús de grandes intenciones mientras que a la oliva madrina, emperifollada (e incluso sin el “emperi”), la llevan en andas por los pasillos y le presentan a políticos, magnates y mindundis, para que vuelvan a darle la enhorabuena y le renueven su consabido futuro de prosperidad.

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