20.10.06

La vida no es eso

Es obsceno, mucho, tener que oír a un ser humano pedir la muerte a gritos y limitarse a eso, a oír, ni siquiera a escuchar. En Granada hay una mujer de cincuenta y un años, Inmaculada Echevarría Ramírez, que, por encima de dioses, morales, políticas, legislaciones y sentimientos ajenos al sufrimiento desgarrado que padece todos los días, suplica que la dejen morir, porque quiere y porque ya no puede más. Sufre distrofia muscular progresiva, una enfermedad incurable que la tiene postrada en una cama y conectada a un respirador desde hace nueve años. Nueve. Y la vida es otra cosa: la vida no es eso. Su vida, la de Inmaculada, no es eso. No le gusta, no la quiere. Su vida la mata, la mata a diario, un día sí y otro también, nueve años de tortura... Pero aquí no la dejamos terminar de una vez, aquí nos levantamos todos los días de la cama y respiramos el aire libre que nos demandan nuestros pulmones, y quien no pueda, que se joda, la vida es así, la vida de los demás es así. La eutanasia no es el debate, el debate debería ser la voluntad convencida y consciente del individuo, y, precisamente, sobre eso, no debería haber debate. No debería haber duda. No debería haber dictados. Ni un pero.

4 comentarios:

Bielka dijo...

Donde yo vivo la eutanasia es legal y se practican cerca de 300 al año. De hecho, existe el Kit- eutanasia, que es un kit que comprende pentotal, jeringas y más útiles y medicamentos destinados al médico encargado de practicarla. Está muy reglamentada la eutanasia, así que sólo la puede hacer un médico y una vez que se han cumplido una serie de peotocolos, como enfermedad degenerativa incurable que al paciente le produce un sufrimiento imposible de soportar y que el propio paciente la pida. No está permitida para los menores de edad.

Yo creo que en España se debería autorizar ya. Si se han autorizado las bodas para gays, que es algo incluso más polémico,¿qué se espaera para autorizar algo que va a impdir tanto sufrimiento?

bernardo munuera dijo...

Nene, siento quebrar -quizá- la idea que sobre mí tienes, PERO, a pesar de lo jodido del tema, de la situación, de la vida de Inmaculada, me niego a tratar como a una perra a una mujer que sufre. Me niego a pensar que los hombres, como señalas, con voluntad convencida y conscientes de su individualidad, tengan que ser eliminados como perros callejeros que estorban en esta sociedad que prima lo que vale materialmente, humanamente y barre lo que no vale, ya leamos miseria material o miseria humana.
¿Cómo han conseguido lavar nuestras entendederas racionales y ¡humanas!?

Me niego, me niego y me niego sin peros que valgan.

Anónimo dijo...

Lo de "una perra" lo dices tú, y es muy fuerte, nene, te voy a tener que lavar la boca con jabón de olor. A lo mejor no te has dado cuenta de que una de las diferencias principales que existen entre los perros y los seres humanos no es el rabo, sino que los seres humanos razonan y los perros creo que no. Negarle la muerte a alguien que la está pidiendo a gritos es una tiranía, te pongas como te pongas, gachón. Y todo el catolicismo (puaj) del mundo no debería poder con eso. Nunca. Nunca. Nunca. Porque no me saldrás ahora con que la vida no nos pertenece, sino que es del Creador. ¡Una polla!
Saludos.

bernardo munuera dijo...

Víntica, nene, que la vamos a liar aquí en público, verás.
¿Quién coño ha mentado aquí al catolicismo, gachó? ¿Por qué cojones hay que ligar inexorablemente la defensa de la vida –sea cual sea- al catolicismo? ¿Por qué, por qué, por qué? Vale, es lo más fácil, es la relación que esta sociedad con tradición judeo-cristiana hace a la más mínima. Tú lo has hecho quizás sin pensar por qué lo has hecho. Bueno, tú piensas mejor pero no me lo niegues, acabas de hacerlo así, sin más. Has cogido los cables del enchufe, lo has empalmado y coño, ¡luz! Y tan a gusto.
A ver, lo que he querido decir es que vivimos en una cultura infatilizada, que acepta sólo el lado plácido de la vida, el sofá o el soft way of life. El sufrimiendo, la jodienda, la miseria humana es algo que no debe suceder, porque quien lo sufre se convierte en paciente, en víctima. Y es una pena porque una sociedad, la tuya, la mía, la lagártica, la catalana, la alcaparronera busca abolir el sufrimiento cuando llega al límite más allá del cual no puede hacerlo, y adviene la desgracia, no tiene nada que decir, se queda muda. La extremada concentración en el puro evitar el sufrimiento, renunciando a cualquier interpretación, es la eutanasia, es la solución que quiere Inmaculada para su vida. Y coño, es la lógica consecuencia de una opinión particular sobre la vida. Repito, opinión particular de la vida. Que quiera hacerlo con la suya no significa que yo tenga que tragar con su opción, así, por los cojones de San Blas. Cuando ya no se puede detener el sufrimiento, se acaba con la vida, como se hacía antiguamente con los chuchos que merodeaban por las ciudades o el tiro de gracia que se le da al potro descoyuntado, pues una existencia así no tiene sentido. Y un cojón, no va a tener sentido para el HOMBRE. Eso sí, es muy, muy difícil buscarle un sentido a algo si el único punto de vista que tenemos sobre el asunto es el material, el físico, el palpable.
Inmaculada sufre una enfermedad, un cautiverio, un ultraje y una desgracia. Eso es evidente. Pero como no somos máquinas, tampoco somos libres de sufrirlos o no, puesto que vienen impuestos, pero sí podemos adoptar ante ellos una actitud positiva o negativa, de aceptación o rechazo. En esa LIBERTAD radica la posibilidad de enriquecerse con el dolor, con la miseria que a todo hombre le viene alguna vez en la vida o… siempre. Sufrir, cuando se transforma en actitud de aceptación y en una tarea libremente asumida, es algo que nos hace más libres respecto de las circunstancias externas, nos abre los ojos al verdadero valor e importancia de las cosas; se advierten entonces panoramas de profundidad porque el sufrimiento, seas ateo o creyente, hace al hombre más lúcido y al mundo más diáfano.
Es una ética particular, mi ÉTICA. Es un punto de vista, mi punto de vista y redunda escribirlo, también particular. Creo que te lo he argumentado sin recurrir a lo fácil, al Dios del Jesusito de mi vida y al Dios del bisbiseo de anciana de chocho seco –chispero, denominado en otras culturas-. Creo que he sido claro pero no te me mosquees porque creo en tu capacidad para albergar opiniones encontradas y discutirlas desde la tuya –italianizando- manera de entender la vida y desde la mía manera de entenderla.
El caso es escribir, qué pollas.
Abrazo, gachó.