13.3.06

Esos chicos tan "normales"

Nadie ve nada, quién iba a imaginarse, un hombre normal, ¿qué es ser “un hombre normal”, me lo quiere explicar usted, mujer?, una madre cómo va a saber que su “compañero sentimental” (cursilada de expresión, máxime cuando el que te acompaña en los sentimientos es una mala bestia) tortura a su hijo de pocos años, nada, nada, imposible, es una niña muy triste que no mira a los ojos, algo le pasa, ¿pero qué?, ah no lo sé, algo le pasa, y dice un juez: “Como vuelvas a pegarle al nene te vas a enterar” y pide al guardia que acompañe al hijoputa hacia la puerta de la libertad, la chiquilla se ha caído por las escaleras, es que no para quieta, por eso tiene esas quemaduras en el culillo y esas marcas de correazos en los costados, es más mala, la tenemos que dejar atada en casa para que no moleste ni cometa trastadas, somos muy adultos y tenemos mucho derecho a vivir, es nuestro hijo y nadie ve nada, nadie, quién iba a suponer, ahora llorar es fácil, es mucho el miedo a la cárcel y las lágrimas florecen rápido, ay mi hija, ay mi niño, váyase usted a la mierda, señora, y reencuéntrese allí con su alma, degenerados y animales y cafres y qué “chicos más normales” los apaleadores de niños.

2 comentarios:

J. G. dijo...

La madre ha ingresado hoy en prisión.

Y hay de todo, el otro día pusimos una orden de alejamiento (un tanto especial claro, dada la edad del chico) a un menor que maltrataba al padre.

Un saludo.

Sir Alsen Bert dijo...

Por desgracia hay un abismo entre criar un hijo que suele traer el pan debajo del brazo y, ¡educar! a un hijo.

Y si no ha quedado claro, repito, criar a los hijos no es educarlos.

Lo primero es lo común, es el depósito de todos los clichés, de todos los eufemismos y donde se dan por desgracia conductas tan apaternalistas como la que nos describes.

Pero educar, o se tiene un par de cojones bien puestos para hacer de la educación de la voluntad el estandarte que guíe a los hijos en lo que creemos que es lo correcto -aunque solemos repetir la conducta de nuestros padres- o como mecha de bomba, se consume, se te va de las manos y te explota a la altura de...

Y después vienen los lloros y los amargamientos existenciales.

En fin, tema para escribir sobre él.

Lúcido artículo, nene.