15.2.06

Pocos remedios tan baratos

Llevamos un tiempo observando en la provincia jaenaca el lamioso correr de un chorrito de condenas por acoso sexual en el trabajo: jefes y hasta jefonchos convencidos de que no sólo contratan mano de obra, sino además entrepierna obligada, tetas para uso propio —yo creo que hasta lo ven explícito en la nómina, los tíos— y que en ocasiones incluso invitan a participar a sus suegros, como ocurrió en un bar de Linares, repulsivo caso ya juzgado y condenado a indemnización gorda. ¿No os dais cuenta, empresarios rijosos, de que ser un cerdo os puede salir carísimo, almas de cántaro? Ya sé que, según las circunstancias, el culto a la zambomba es cosa tristona y además se conoce a muy poca gente que merezca la pena, pero a barato pocos remedios le ganan, eso sí tiene. Lo que pasa es que, claro, la mano de obra va provocando, ¿a que sí? Y el honor de tu cebolleta no se rebaja tan barriobajeramente, de manera que tienes que restregarla, es la costumbre, quiera o no quiera el pedazo de carne bonica al que le pagas todos los meses. Y si no quiere, peor. El paro es grande, pero no tanto como tu orgullo macho con patrimonio y mando. No hay bacinas bastantes para vomitar lo vuestro, nenes.

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