21.12.05

Para el abuelo de Cristian

Si en el pasado pleno municipal le llegan a dejar leer el escrito que usted pretendía respecto a la muerte de su nieto (y que ayer reproducía íntegro este periódico), ellos, que dicen tener la conciencia tranquila, lo hubiesen tomado como la lógica actitud de un hombre con los sentimientos machacados por la pena y no le habrían prestado más atención que la obligada por el decoro, pero tal vez aguantándose las ganas de mandarle a callar y pasar a otras cosas más productivas, menos incómodas. Los políticos, como tales —estoy convencido—, no tienen sentimientos porque son contraproducentes para sus ambiciones y el éxito de sus partidos. Desengáñese: concretamente y de forma satisfactoria, no le van a responder nunca a las justas preguntas que usted les formula en ese escrito, porque entonces, según el modo que ellos tienen de ver las cosas, se estarían bajando los pantalones ante un ciudadano insignificante que debería limitarse a llorar su luto y dejarles en paz con sus asuntos, excepto cuando le llamen a urnas. Créame que lamento estas palabras que le dirijo, convencido de ellas. A veces la clase política se parece mucho a un pedazo de mierda. Pero no le estoy descubriendo nada.

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