14.11.05

El arte de manosear tragedias

Inevitable, se veía venir, me lo olía en esta columna hace poco, ésa que terminaba: “Por favor, no hagamos política de una muerte tan pequeñita”. Y no es que uno tenga un olfato superdotado, qué va, más bien lo contrario. Lo que pasa es que la porquería apesta desde bien lejos, no digamos ya cuando la tenemos al lado, es un olor muy fuerte y muy nauseabundo, de modo que así cualquiera presume de nariz. El PSOE jaení ya está utilizando electoralmente la muerte del niño. Y no les revienta la cara de vergüenza ni se les seca el pecho de escrúpulos. Lo mismo ocurriría si los populares estuviesen en la oposición. Qué leche, los populares y hasta los del Partido de la Gachamiga, si existiera. Porque a estas alturas, con lo que llevamos visto, no hace falta que nos juren que los políticos son de una raza despiadada capaz de rebañar un voto hasta en las entrañas más putrefactas de sus ideologías, ésas que ya no tienen porque las cambiaron por un cargo y un sueldazo. Vale que al enemigo ni agua, pero no manoseando tragedias y exprimiéndolas en beneficio propio. Si fuésemos inteligentes, estas actitudes lo que deberían es quitarles votos. Verías como así se volvían menos desagradables.

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