11.10.05

Poetas, vergüenza y karaoke

A quien se le haya ocurrido y finalmente ordenado que los presentadores de los artistas invitados a eso de los “Poetas en el casco histórico” no cobren un euro, mientras que el artista invitado y el poeta telonero sí, le debería dar vergüenza; pero no vergüenza de un ratito y ya está, no una vergüenza de esas que dices “¡ay qué sofocación, ay qué sofocación!” y después se esfuman como los buenos olores baratos, sino vergüenza larga, vergüenza de esas que no se van aunque frotes mucho, auténtica y muy caliente vergüenza, y en tal cantidad que el vergonzante avergonzado se vea obligado un día a pedir a gritos que se la quiten de encima, aunque sea a sopapos, porque ya no la soporte más. Lo malo es que esto no va a ocurrir. Yo creo que lo justo es que si hay un ochío y están tres en la mesa soplándole al café con leche, para eso se inventaron los cuchillos, para cortar y hacer partes, y no para clavárselo entre las costillas al que tenga peor color de cara. Hombre, más que nada por aquello de la elegancia y de no quedar como un pesetero asqueroso. Pero es que hablar de elegancia y de Patronato Municipal de Nestares es ponerse a decir chominás y terminar haciéndole un monumento verbal al galimatías. Y si a la racanería le añadimos el desinterés chinchoso que acostumbran a mostrar cuando los actos literarios no son del gusto de la señora (esto es, cuando no cantan los dóciles y bien alimentados poetas de su preferencia, los omnipresentes poetas y sus versos de navaja y cobardía), la cosa puede llegar al absurdo de ponerles un solo micrófono de chichinabo y sin pie, pasándoselo unos a otros como si aquello fuera un karaoke.

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