9.2.09

El grifo

El grifo; a los préstamos a empresas y familias, el presidente del Banco Santander les llama “el grifo”. Que no es que se haya cerrado el grifo, dice, sino que no le quiere hacer daño a la economía española concediendo créditos que a lo mejor la gente no puede pagar, así que a pelarla. Cuchi qué bonico. Ay, Botín, Botín, don Emilio, qué bien se apellida usted, joío. Lo más chistoso de los bancos es que están de morros no porque pierdan, que nunca pierden: lo que les mete los gatos en la barriga es que no ganan tanto. Nos intentan calzar en la cabeza, a través de anuncios y promociones, que ellos son más buenos que ná, monjitas pías y generosas en acristalados conventos de moqueta y caramelitos para el nene, pero en cuanto la romana no les da el peso apropiado del billete, aprietan el culo y te echan a patadas, por supuesto sin caramelo. Y ahora resulta que los préstamos son “el grifo”, una cosa que, junto “al bote”, siempre hemos entendido al lado del verbo “chupar”. Se supone que cuando a uno le cortan el grifo significa que se le ha acabado el chollo, y la verdad es que un crédito bancario tiene de chollo lo que yo de melenudo. Vamos que, según Botín, ya no hace más regalos a nadie que no se lo vaya a agradecer con una felicitación por Navidad.

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