12.11.08

Espérame

En las cabinas de los locutorios suele haber un ventiladorcillo a pilas para el verano, un escabel miserable, muchas ralladuras de uñas, números apuntados y un teléfono que a veces está sordo y a veces está mudo. Y mucha soledad y mucha ilusión y mucha lágrima y mucho cabreo y muchas lenguas que a veces gritan de país en país. Cómo está la vieja, pásame a la bebita, os mandé plata el miércoles, no sé si el lunes podré, ¿se curó la catira de su resfrío?, ¿y allá cómo está todo, mijo?, espérame, mi amor, por favor, espérame… Acá ahorita hay crisis, eso dicen en la televisión, que acá ahorita hay crisis. Las cabinas de los locutorios, de esos locutorios que son también cíberes y tiendas de chuches, parecen confesionarios de sueños mal pagados y realidades a medias. En algunos huele a pan congelado recién hecho y en otros, a pies y a desesperanza, mientras que, en los ordenadores asfixiados y con los ratones muertos, un ñeta acribilla a un latin king junto a un magrebí al que no le funciona la webcam y trata de arreglarla con caricias agotadas. Apenas tiene cinco años la india boniquilla que me ha pedido cincuenta céntimos para chatear por el Messenger con su primita Gloria Esperanza, del Perú. Pero de pronto descubre que aún no sabe escribir. Y me los regresa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Miau! Los locutorios, es triste decirlo, pero son para los humanos la conexión con sus lugares de origen, donde unos consiguen dar y/o recibir buenas noticas o reciben y/o dan las malas. Donde, como bien ud ha dicho, se dan a conocer todo, pero lo que muchos no dicen es en qué condiciones están viviendo para mandar "Real" a casa, para enviar los juguetes para "el niño" de 15 años. Salvo muy malas noticias, no quieren decir que muchos viven en situaciones infrahumanas para poder mantener a sus familias en el extrajero... es triste escuchar a través de las paredes de un locutorio...Miau! Kami&cía