El peo que se le pone entre las ancas al Partido Popular cuando se habla de desenterrar muertos rojeras de la Guerra Civil española es un peo muy sospechoso, amén de desagradable: uno de esos peos carcamales y de color grisuno que, como venza su contención y fluya, nos tendríamos que salir todos de la sala porque allí no se podría parar del pestazo tan intolerable que se armaría. Menos mal que parece que se lo aguantan muy bien. Para el PP la memoria histórica es la memoria histérica de cuatro desabuelados que ahora se acuerdan de plañir por ello, después de dios te guarde. Cualquiera sabe lo que temen encontrar entre los huesos de los que le dieron la sepultura de los perros, a lo mejor una bala conocida o la condecoración que el tito antepasado perdió mientras cazaba con sus amigos falangistas. El PP se agarra a que hay que mirar hacia el futuro y dejar el pasado en paz, lo cual es agarradera muy común entre los que ganan con fullerías y pisando pescuezos. Gané, sí; pero que nadie se acuerde de cómo lo hice. Lo que pasa es que no hay ganadores de nacimiento y eso lo sabe hasta el pueblo, que es tonto. Perdedores natos sí, fíjate tú qué mala sombra, y a algunos hasta le llenan los ojos de tierra cuando por fin se van a descansar, a criar jaramagos tristes. Y solos.
16.9.08
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