Le vamos a ver los huesos a Federico, le vamos a comprobar los tuétanos a García Lorca, si nada se tuerce los de la Memoria Histórica escarbarán la tierra con los dientes, apartarán la tierra parte a parte, minarán la tierra hasta encontrarlo y le besarán la noble calavera, que diría el otro con su cara de patata. Veremos si es cierta la leyenda que sopla en Granada y que dice que la familia lo desenterró hace tiempo y le dio sepultura en la Huerta de San Vicente, de ahí su tenaz negativa a que le dé el aire a sus restos. Yo no sé si meter la nariz y la política en el romancero sangriento y secreto del barranco de Víznar va a estar bien, pero entiendo que los parientes del maestro cojo y el banderillero están en su derecho de saber de sus muertos. La verdad es que eso de que te asesinen al lado de un mito universal y te cubran de tierra con él es un marronazo de mucho cuidado y aún más responsabilidad, el Señor nos libre. El lugar donde nos cuentan que está enterrado Lorca se va a desmerecer, pero bueno, qué importa eso: al fin y al cabo no es más que un rinconcillo en el mundo, un roalillo salpicado de botones y balas, un odio antiguo. Será como abrir la caja que el abuelo tenía siempre cerrada sobre el aparador y que no contenía más que sus pomadas y sus dentaduras viejas.
22.9.08
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