La ministra jovencita Bibiana Aído ha sugerido hace poco que se incluya la palabra miembra en el diccionario. Ella es ministra de Igualdad y, claro, una de las cosas más urgentes que hay que hacer en su ministerio es que la Academia de la Lengua reconozca la palabra miembra, pues, de lo contrario, mal vamos con eso de la igualdad y toda la pesca. Estas son las feministas que más gracia me hacen: las de los calcetines que los tíos dejamos por el suelo después de no haber bajado la tapa del váter y las que se meten a relamer barbarismos lingüísticos como si fueran piruletas que ellas han inventado para el bien de la sociedad y que, fríamente mirados, tampoco es que se diferencien mucho de los calcetines y la tapa. Los expertos ya le han dicho a la Bibi que eso no puede ser, pero ella dale que dale: que miembra se dice en Latinoamérica y que a ver por qué aquí no. Vamos, que la dejas, se enrabieta y lo mismo te arma un estado de excepción y un toque de queda hasta que su miembra no esté en lo más alto de la lengua patria. Échate a temblar o a reír cuando los políticos se meten en gramáticas, con lo mal que las usan y las patadas que les endiñan. A eso le llamo yo aburrirse, sacarse un moquillo y aburrirse otra vez.
16.6.08
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1 comentario:
Cuando los políticos se metan con las gramáticas, tendremos "gramíticas", monstruos legendarios: como aquello del ministro de que a los de Cabra se les llamaba egabrenses por el latín, y no cabrones.
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