25.6.08

Las caras

Ves por ahí caras que te recuerdan la de una rata satisfecha, ahíta de basura; ves por ahí caras de sombra, caras de luna, caras de alondra, caras chotunas. Veo caras resumidas en la frente y caras repartidas bajo las orejas, malas caras de lívido asunto, caras raras sin cejas conocidas. Entre las caras de apio y de acelga hay caras de melocotón, de níspero, de llamarse Pepe, de habicholilla. Y Pepes con cara de llamarse Luis, y Luises con cara de llamarse Ricardo, y Ricardos con cara de no llamarse nada, Jesús tiene cara de Gregorio y Mónica es una Toñi de manual, a Mónica la nacieron Toñi, pero los padres suelen cometer errores en la pila. Entre la cara de llamarse Inmaculada, Virginia y Lourdes no hay diferencia, cualquier nombre vale. Caras de antojo, caras pachonas, caras de hostia, caras vívidas y repetidas, mucha repetición de caras, de caras baratas a medio euro el kilo, deme usted dos kilos de caras. Nos pasamos la vida viendo y mirando caras, nos saludamos mirando a la cara, a la cara nos miramos para declararnos y para insultarnos, en vez de olernos el ojete, como los perros. Cara de cucurucho, cara de hermano, cara de primo, cara de santo y de estreñido, cara de mala leche, cara de muerto, cara de Bélmez. Y tu cara, niña. Tu cara.

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