El martes mandé a mi amigo el Botijo a que, camuflado de fotógrafo, pegara un microfonillo debajo de la mesa alrededor de la cual se reunieron, el primer día, los catorce concejales del equipo de Gobierno municipal del Ayuntamiento jaenoncho. Pongo la cinta y, durante los primeros quince minutos, no se oyen más que tosecitas, carraspeos y suspiros, amén de un crujido bronco y breve que perfectamente es identificado como un cuesco. Es entonces cuando, autoritaria, suena la voz de la alcalda: “¿Quién ha sido?”. Por toda respuesta, se oye un murmullo y alguna risita. “Qué guarros, por favor —se queja Puri—, no comprendo cómo alguien puede peerse así, aquí, con tantísima falta de respeto”. Las risitas aumentan, a duras penas sofocadas. Otra voz femenina, creo que la de Matilde la Ojazos, exclama entonces: “¡La hosti qué peste!” y una silla es corrida con premura. Ahora interviene Montané: “¡Has sido tú, Eduardón, me cago en la leche, que te conozco!”. Y Eduardo Castro: “¡Yo no, yo no! ¡Si vengo sin desayunar!”. Las risitas son ya risotadas, el teniente Cano propone: “El que tenga las palmas de las manos colorás, ese ha sido”, y seguidamente estalla un largo jolgorio de burlas, chanzas y cuchufletas.
1.5.08
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1 comentario:
Qué risas, coño, qué risas más ricas.
Sí, la solté, la carcajada digo.
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