Yo soy ese desconocido con el que a las tías jiennenses les gustaría hacer ñaca-ñaca en la playa, según la encuesta que, omitiendo mi nombre, publicó el viernes este periódico acerca de las fantasías sexuales de nuestros paisanos; lo que pasa es que este verano me ha sido imposible acercarme a la costa y, por eso, os habéis quedado a dos velas, muchachas, lo siento mucho, de verdad, el año que viene prometo no faltar, vosotras id limpitas y poneos a la cola, que, aunque larga, ya veréis que todo llega con un poquito de paciencia y otro poquito de voluntad, reinas moras mías. Mientras —dice la encuesta—, vuestros maromos sueñan con la socorrista (¡que me ahogo, Pamela, que me ahogo!), con la camarera de la discoteca (cuando el garrafón dispone y ella se calla) y con las suecas, como Paco Martínez Soria y Antonio Garisa en gayumbos por Benidorm, o sea que aquí el macho ha cambiado poco: ahora tiene mejor coche, un móvil, está conectado a internet, su parienta curra y él friega los platos sin prejuicios, pero sigue siendo un hortera detrás de lo rubio y lo crudito, con lo sabroso que está tó lo negro y lo bien que le gole el sudor. Irá en los genes o es que aquel cine hizo mucho daño, vete tú a saber.
10.9.07
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2 comentarios:
Goler, goler, qué verbo tan de Jaén. -Oye, nena, ¿puedo goler esta colonia?
-Como si te la quieres derramar por el sobaco, guapa.
(conversación robada de una clienta con la dependienta de un stand de perfumes caros)
¡Juá! Es que la calle es ciencia, nene, y hallazgo sin tregua. ¡Todos a la calle!
- Lávate el pepe, nena, que te gole peste y no hay quien le arrime ná.
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