Hoy se me ha puesto Felipe López, me he levantado con ganas de Felipe López, compraba el pan y no dejaba de pensar en Felipe López, me ha preguntado la hora un muchachillo pinturero y le he respondido Felipe López, el presidente de la Diputación jaenita, ese hombre guapo, discreto, silencioso, frío, distante y tranquilo que lleva una docena de años en el cargo sin dar un ruido, ¿ustedes se dan cuenta?, doce años ocupando un puesto político sin que se le note demasiado, sin emitir una queja, sin manifestar un desacuerdo, a media voz y a medio gesto, ahí con su aceite y sus aceitunicas y su biomasa y sus cosas, y ya está. Eso no es normal, no me digan que eso es normal porque no: eso no es normal. Lo que pasa es que hay que menear la cabeza muy fuerte para caer en la cuenta y preguntarse por fin qué tiene este hombre al que nadie odia y al que nadie quiere para parecer siempre como recién puesto en la Presidencia de la Diputación. Se dice que el secreto de su bien remunerada inexistencia es Rafael Olmo, su mano derecha, quien de verdad manda, pero eso es creíble sólo a medias. ¿Quién critica, bien o mal, a Felipe López? Nadie. Ni siquiera yo. Y eso me da un poco de susto. En serio.
20.4.07
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario