A los trabajadores del servicio de Urgencias del hospital Médico-Quirúrgico de Jaén les han quitado la protección de los cristales que los separaban de los pacientes y se temen una leche, un mamporro o algo peor; lo están avisando: que cualquier día tenemos un disgusto, que la cosa está que arde, y que ¡socorro! Se lo temen y lo avisan y yo creo que, en el fondo, incluso lo comprenderían —que es lo lamentable—, porque no me digas tú a mí que las esperas de hasta ocho horas para que te atiendan, el hecho de quedarse a veces sin sillas para los pacientes y que las dependencias no dispongan ni siquiera de ventilación no es para perder un poquito la paciencia, sólo un poquito, y ponerse hecho un basilisco por la chapuza que estamos pagando para que nos pongan una tirita en condiciones, no digamos ya un apósito. Y por supuesto que ni el personal de enfermería ni los administrativos ni los celadores tienen la culpa, pero son los que están más a mano, nunca mejor dicho, y ya se sabe que los energúmenos se crecen mucho ante las batas sin galones y que seguramente allí no hay un doctor Vilches para llamar al orden con cuatro borderías contundentes. ¿Hacemos algo, SAS, o lo vamos dejando?
1.3.07
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1 comentario:
Es el resultado de hacer recortes presupuestarios en las áreas de Sanidad y de Educación, que como son poco importantes...
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