1.6.06
Monigotes y monigoteros
Nosotros somos el gran público de una larga representación de títeres consistente en que uno cobra por hablar diciendo que todo va bien, otro cobra por hablar diciendo que todo va mal y muchos otros cobran por aplaudir, por carraspear y hasta por echar sueñecitos y pasar del tema. Al que cobra por decir que todo va mal le gustaría que todo fuese bien, pero en realidad lo que le conviene es lo que dice: que no, que todo va mal y que los que afirman lo contrario son unos insensatos y están echando a perder el espectáculo entero y engañándonos a los espectadores. Qué graciosos títeres. Sobre todo son desternillantes cuando sacan la cachiporra y se lían, ¡toma, toma, malandrín, más que malandrín, cipotorro!, o cuando el títere que está de pie y hablando se pasa de tiempo y entonces el títere que hay detrás, sentado en alto, le dice que ya está bien y que se vaya a tomar por culo. Ahí te meas. Son unos títeres muy bien hechos, tan perfectos que pasan por titiriteros de sí mismos: ellos el monigote, ellos el monigotero. Y deciden por nosotros, que ni siquiera tenemos derecho a moverles un hilo o a borrarles la expresión de un brochazo, pese a que fuimos los que los pusimos en ese teatrillo.
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