7.6.10

Residencia

El viernes pasado, 4 de junio, fue el día. Desde hace bastante tiempo, todos los años, por estas fechas primaverinas y sofocorras, un amplio grupo de intelectuales de Jaén aguardamos con expectación —algunos de ellos, los más jóvenes e inexpertos, incluso con mal contenido nerviosismo— el retrato de un acontecimiento educativo y cultural que, con dedo firme y categórico, señala el futuro del pensamiento, las artes y las ciencias, un futuro nacido en esta provincia y dispuesto a propagarse por el mundo. Me refiero, cómo no, a la fotografía panorámica de las alumnas de la Residencia “Virgen de la Capilla” de Jaén cuando celebran el fin del curso académico y posan ataviadas con sus más finas galas y acompañadas de los propietarios del centro, el director, la ex directora y demás personalidades. Da gusto contemplar esa foto —gusto en el espíritu, por descontado—, analizar visualmente y una por una la preparación, el bagaje y la inteligencia de esas señoritas cuyos ojos, cansados por todo un año de trabajo y esfuerzo, se reúnen en el objetivo del fotógrafo para comunicarnos la misión cumplida de sus pretensiones. Unas sentadas, otras de pie y otras en cuclillas representan un bodegón humano que nos hincha de orgullo y satisfacción y nos impulsa al sueño de poder felicitarlas personalmente.

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