21.6.10

La Roja

Yo creo que ya está, ¿eh? Ya jugaron el otro día, se dieron el gusto. Perdieron, sí, qué le vamos a hacer; pero ya están desfogaícos, ya han salido ellos en el Mundial, y ahora lo que tenían que hacer es venirse ya para acá, que están muy lejos, a ver si les va a pasar algo, dios no lo quiera, qué susto, allí con los negros y con los leones. Anda, sí, que se vengan, que, como en España, no se está en ningún sitio. Yo es que pienso en esas madres y se me pone un pellizco que pa qué aquí donde el estómago empieza: con los hijos allí solicos, en Sudáfrica, señor mío, que yo no sé por qué hay que irse tan lejísimos para jugar a la pelota, habiendo campos de fútbol en todas partes, al lado de casica. Y es que son tan jovencillos todavía los angelicos. Da miedo pensar en la cantidad de desaprensivos que hay por el mundo al acecho del cervatillo que se aleja de la manada, y más por allí por la parte de África, que la gente va con plumas en la cabeza y con las tetas al aire, pegando berridos. Ay, que sí, que se tienen que venir ya, que aquí estamos que no vivimos. Su campico de siempre les está esperando, y los botellines del bar, y las muchachillas que los pretenden de novios, y los cocidos de sus madres, y sus academias de inglés los jueves por la tarde. Cuando sean grandes que hagan lo que quieran.

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