Lo que peor me ha sentado es lo de bobo. El lunes pasado, en rueda de prensa, el presidente del Real Jaén me llamó amargado, chalao, juntaletras y estúpido. Y bobo, también me llamó bobo. Pero hombre, por dios, vamos a ver, ¿qué es eso de bobo? Aquí no se dice bobo. Yo no sé este hombre de dónde es, pero debería saber que, aquí, llamarle a alguien bobo –y más si lo incluyes para que mejor despinte en ese listado de contundentes y graves apelativos– es como exclamar ¡caracoles! ante el inconveniente de que te estén retorciendo un testículo con unas tenazas. Sobró lo de bobo, la verdad. Bobo es quien llama bobo a alguien contra el que está rebotado, precisamente. Me parece un insulto de “Barrio Sésamo” y esas cosas. Con toda seguridad, los teletabis se llaman bobo entre sí cuando se mosquean fuera de las cámaras. En fin. Y todo porque el jueves anterior dije en esta columna que me parece una injusticia que el Real Jaén le deba 24.000 euros a Aqualia y no le corten el suministro, mientras que a usted y a mí ya nos hubieran dejado los grifos más secos que el alma un difuntico. ¿O no lo es? Frente a una opinión tan objetiva e irrebatible, Carlos Sánchez responde con insultos. Y con bobo, que ya hay que tener valor. Miá tú que el gachón...
11.11.09
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1 comentario:
¿Se ha leído El libro de los bobos que edita Pepitas de Calabaza?
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