Perolón

El otro día tenía yo ganas de dar el coñazo comunicándome con el prójimo y eso, así que, a propósito de lo aparecido el viernes en este periódico, le pregunté al gachón que tenía al lado en la barra del bar: “Oye, ¿tú qué harías si te encuentras un cheque de 3000 euros al portador?”. El gachón, que se estaba comiendo un palito de merluza, me miró con ojos burrones y, la pringue en los labios, respondió: “¡Pues cobrarlo, mía tú que la polla!”. Yo me quedé mirándolo con cara de ser inteligente y no perderme ni un “Redes” del Punset, me acaricié el mentón y decidí crear conflictos morales en aquel cabezón contertulio, porque el tío tenía más cabeza que un mulo blanco, que todo hay que decirlo, qué perolón. “¿Y no te pararías a pensar que a lo mejor esos 3000 euros eran para comprar las carísimas medicinas a un niño gravemente enfermo, y que hay unos padres desesperados que han extraviado ese cheque, y que ese niño se apaga y se apaga y ellos no disponen de más dinero porque son muy pobres?”, le pregunté. El gachón mordió otro palito de merluza, tras mirarlo detenidamente, como si le buscara defectos, y contestó: “¡A pelarla! ¿Me dieron a mí ná cuando la chiquilla se me ahogaba? ¿Eh? ¿Me dieron a mí ná?”. Y el gachón pidió otra caña, con las lágrimas saltadas.