5.12.08

Un tortazo

No sé yo, ¿eh? No sé yo. Antes, tu madre te pegaba un palizón que te desencuadernaba y a nadie (mucho menos a ti) se le ocurría demandarla por malos tratos, no ya sólo porque en comisaría te iban a hacer el mismo caso que a la Socorrito (que todos los días iba a denunciar que la había violado el Espíritu Santo), también porque te ganabas otra somanta de hostias y esta vez acompañada de mucho chufleteo, por acusica y por chalao perdío. Ahora condenan a cuarenta y cinco días de cárcel a una mujer por darle un tortazo a su nene de diez años, quien le había tirado una zapatilla cuando fue recriminado por no hacer los deberes. Repito: no sé yo, ¿eh? No sé yo. Ni don Juan ni Juanillo, ni tanto ni tan calvo, ni chupito ni litro y medio. Ocurre como en las escuelas, que hemos pasado de la sangre de la letra a no poderle ni soplar a un alumno, no sea que se traumatice, aunque ese alumno se haya cagado antes en tu puta madre —la que te pegaba los palizones— y sugerido alguna suerte de sexo oral como respuesta a una ecuación. No hay términos medios, que suelen ser los justos. Los cachorritos de ahora están sobreprotegidos y lo peor es que lo saben, y se aprovechan. Y a nadie se le escapa que hay cachorritos con muy mala leche. Disfrutándola.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La educación de los hijos es muy complicada pero nos hemos pasado tres pueblos con tanta permsividad.
El pendulazo se vuelve en contra y si la sociedad lo consiente se retrocede y se malcría.Eso pienso.