Misterio en la calle Salido

Pero bueno, vamos a ver, Peragón-Peragón, Peragón entre Peragones, hijo y nieto de Peragones, que hace tiempo que no te escribo, hombre: ¿cómo que el Ayuntamiento no tiene nada que ver con la estampida de los obreros que realizaban las obras de reparación de la calle Salido, más conocida como “la calle Cachondo”, sobre todo desde que pusieron allí el sex-shop? ¿Eh? Di, di, venga. ¿Cómo que es a la empresa a la que hay que pedirle responsabilidades? ¿Qué empresa se larga del tajo porque sí, porque le da el volunto? Vale, lo mismo es que los trabajadores tardan mucho en desayunar; pero, no sé, colar no cuela demasiado, ¿no? Si el concejal de Urbanismo no sabe dar respuesta al enigma, habrá que llamar al equipo de Iker Jiménez, que ya está comprobado que aquí, cuando viene la tele de Madrid, se solucionan todos los problemas y hasta te dan unas gafas chuléricas. A lo mejor es que la cuadrilla se ha visto amenazada por una tribu de ratas como conejos, no digo yo que no, pero es raro: si hay un gremio en este mundo que sabe liquidar ratas sin despeinarse ni darse importancia, es el de los albañiles, salvo que ahora los recluten metrosexuales. Ay, Peragón, verás tú la urna, verás tú.