Dios ha de castigar al doctor Héctor Entrambasaguas por analizar las causas del éxito del aro vaginal como el método anticonceptivo preferido por las universitarias; Dios ha de castigar a todo el equipo científico que este señor dirige, por ayudarle a meter las narices en semejante obscenidad; Dios ha de castigar a este periódico —que nos oirá rechinar los dientes el día del Juicio Final—, por divulgar ayer y en grande tan pecaminosa noticia, con la cual anima a las muchachas que todavía se mantienen puras y temerosas del Opus y del Espíritu Santo a caer en el fornicio fácil, vicioso, ilegal, satisfactorio y sin consecuencias, y Dios ha de castigar a todo aquel que manipule sus órganos genitales con fines lejanos a la higiene personal (y ocasional), preferiblemente con agua fría y con los ojos cerrados. No puedo evitar imaginarme, no, a esas jovencitas mancillando su oquedad más íntima y prohibida con sus propias manos, acuciadas por una lujuria que les sonrosa las mejillas y les licúa los ojos, instalándose el artefacto demoníaco ante un macho urgente y erguido; no puedo evitar oír sus jadeos y toda esa banda sonora de la lascivia, sus exudaciones, sus contorsiones… No puedo… No puedo… Ay…
31.1.07
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2 comentarios:
XDDDDD, supongo que el tono irónico-jocoso del post tendrá algún destinatario particular.
En cualquier caso, "vade retro, Satanás", jajajaja
¿Algún destinatario en particular? ¡Miles! Aquí en Jaén, ¡miles!
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