Con tanto santo y tanto muerto se me había olvidado felicitar el año de vida a Leonorcita de Borbón, tan boniquilla y tan rica, y tan rica, y tan rica, y tan rica... Qué rica es, la chiquilla. Espero que los espías de la Casa Real que vigilan los baboseos y las sequedades de boca de la plebe periodística, para chivarse al monarca, no me lo tengan en cuenta: ha sido un descuido, ¡piedad, piedad! Cumplir años siempre será motivo de alegría, aunque lo haga una criaturita en cuya concepción no hemos tenido voz ni voto, ni parte ni voluntad, ni siquiera un rocecillo, pero a la que igualmente hemos de comprarle los potitos, los pañalitos, la ropita, el moisés, los chupetes y las toallitas para el potorrete de mi niña que me lo como, que me lo como... como si fuera nuestra. Sin saberlo, todos los españoles somos unos padrazos, a mí que no me digan. No le negamos un capricho a la nena, no sea que luego, de mayor, nos salga absolutista y tronera, tronera de tronío, digo, y de corona afilada y ordenanta. Lo que pasa es que a ver qué vamos a hacerle, si los padres están parados, los pobres. ¿Qué culpa tiene el angelico de haber nacido en el seno de una familia tan chistosa, tan funambulista del día a día? Ninguna.
2.11.06
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2 comentarios:
Jajajajajaja
Ay, que me va a dar algo de la risa.
Muy bueno, Tíscar.
Yo enviaba el artículo en sobre lacrado a alguno de nuestros palacetes, por ejemplo, al que ve crecer a nuestra infanta republicana.
Muy bueno, quizás, me lo pones difícil, uno de los mejores, la verdad
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