29.3.06
La aspirina y la leche en polvo
Ya está la Iglesia católica dando por saco contra la vida humana. Es que no para. Y, por supuesto, lo hace desde la hipocresía y la contradicción, que son sus fuertes, los territorios en los que se siente más cómoda ella, mírala ahí, tan señorona y oropelada. El jefazo de la Conferencia Episcopal, cura Blázquez, se enfollina a cuento del anteproyecto de ley para la investigación biomédica de embriones y la reproducción asistida, todos le aplauden, plas, plas. Dice, muy inspirado y con esa vocecita tan meliflua y sospechosa que acostumbra a gastar el clero, que “las fuentes de la vida son sagradas”. Claro, hombre, claro; pero de ponerse condongos para evitar muertes por sida, ni hablar, ¿eh?, de eso ni hablar. Abstinencia, castidad, rodillas juntas y un vaso de agua helada a mano, o sea imposibles, absurdos y tonterías. “La Iglesia se alegra del progreso de la ciencia”, añade el padre Ricardo, “pero pedimos que a su poder se le una la conciencia moral”, lo cual quiere decir que no se alegra y que los científicos estarían mejor quietecitos o reinventando la aspirina y la leche en polvo. Las enfermedades las manda Dios y las quita Dios, ahí estaríamos aún de no haber espabilado un poquillo.
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