1.12.05

El tonto, lo tonto y la tontería

Lo leímos ayer: absuelven a un guardia civil que llamó “tonto” a un funcionario. Ji ji, qué cosas. Ya hay que ser tiquismiquis para molestarse y denunciar a un picoleto porque te ha dicho “tonto”, con lo graciosa que es la palabra “tonto”, yo me pasaría el día pronunciándola: tonto, tonto, que estás tonto, sin señalar. Ji ji, es que es graciosa, no me digan que no, no me lo digan. Pero, a ver, el hombre se molestó, y si se molestó y se sintió injuriado, pues hizo bien en denunciar. Lo que pasa es que habría que echarle de comer aparte a la justicia si condena a alguien por llamar “tonto” al prójimo, vaya un crimen. No sé, creo que hay insultos peores, insultos que denigran de verdad, como por ejemplo “pánfilo” y “papanatas”. A mí que nadie me llame “pánfilo” ni “papanatas” porque cojo y me querello, faltaría más. Sin embargo, “tonto” es tierno. Y muy versátil. Uno puede decir “saca la mano de ahí, tonta” y no terminar en el juzgado, sino en un revolcón la mar de amoroso y saludable. Y del aumentativo qué me dicen: “tontorrón”. Eso ya es delicioso, una categoría. No seamos tontos y desocupemos un poco a los jueces, que luego se lían y pasa lo que pasa con algunas sentencias.

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