28.9.07
Que no le toquen los imbornales
27.9.07
El manual Rajoy
26.9.07
Abonando el cebollar
25.9.07
Carta a la Cofradía y devotos de El Abuelo
Mi sociedad jiennense
24.9.07
La órbita cultural del Montané
21.9.07
Aquí ya se respira socialismo
20.9.07
Derechos y deberes de un violador
Bueno, bien, vamos a ver si yo me he enterado de lo que pasa aquí: lo que pasa aquí es que vivimos en una sociedad democrática y constitucional cuyo sistema judicial permite poner en la calle a un violador a sabiendas de que volverá a violar, ¿es eso? De acuerdo, vale, bien, ya me he enterado. Pero entonces me van a tener que perdonar ustedes, porque está a punto de salirme lo fascista y lo borricazo. Malditas sean la democracia y la Constitución. ¿Lo ven? Ya me salió. Y mira que he intentado reprimirme, pero nada. Malditas sean, sí, cuando sólo atienden al frío papel de los derechos y se los otorgan, con los ojos cerrados, a quien pronto va a ejercer su deber de llevarse a una mujer por la fuerza a un descampado y desgarrarle la vagina mientras le lame la cara y la revienta a puñetazos. El del Vall de Hebrón y tantos otros. ¿Qué les hace suponer a nuestros sabios jueces que un angelito que ha violado decenas de veces, que incluso ha violado cuando le han dado permiso en la cárcel donde estaba preso por violar, se va a dedicar en exclusiva a la meditación trascendental en cuanto las leyes lo liberen? Menos hablar de castración química y más ir pensando en que la Justicia sea algo serio.
19.9.07
Lo que es la Fernández de la Vega
18.9.07
¡Que regrese El Abuelo a su Camarín!
17.9.07
El hermano pobre de la novela
14.9.07
¿Piensas en mí o en quién piensas?
Las gerencias, las direcciones, las asesorías y los etcéteras de responsabilidad municipal que todavía no se han cubierto, esto es, los carguillos, los carguillos, ya están dados, lo que pasa es que a los sociatas les ha gustado siempre la intriga hasta el último momento, o quizá ocurra también que esas vacantes sean las destinadas a gente que merece sufrir en la incertidumbre de la mejoría de su futuro o la mediocridad de su presente, vicios que en política se dan mucho y con alta fruición por parte de sus enviciados. A los políticos en el poder les chifla y les rechifla sobetear el mango de la sartén mientras los demás se preguntan angustiados en qué fogón terminarán poniéndola a freír las papas a lo pobre. Así, con la que mejor y más agustico se ensañan es con esa criatura lívida, temblorosa y medio infartada de ambición de mando que tres o cuatro veces al día les pregunta si han pensado en ella, por el amor de dios, o en quién han pensado, con el historial político en la mano, una medalla de Nuestro Señor Zarrías colgada del pescuezo con cinta verdiblanca y una carta de recomendación escrita por sus propios méritos de servilismo y obediencia. Por eso, algunos, cuando lo consiguen, se vuelven tan repugnantes.