La paella de la conceji Eleni

La conceji Eleni va a repartir dos mil raciones de paella en la próxima Fiesta de la Primavera, ese botellón consentido y promocionado por el mismo Ayuntamiento jaenoncho que luego se cagarrotea cuando el jolgorio se lo organiza la plebe por iniciativa propia. La conceji Eleni, de Juven, nos va a dar de comer y eso está muy bien, pido tres hurris para la conceji Eleni: ¡Hip hip! ¡Hurri! ¡Hip hip! ¡Hurri! ¡Hip hip! ¡Hurri! Hale, ya está. A mí lo que me gustaría es que la conceji Eleni, que me he enterado yo que no encaja con buena cara estas bromillas y cariños de la prensa —vaya por dios, tan joven—, hiciera ella misma la paella con todo su esmero y su cigala, su mejillón y su pimiento, como una madre novicia, amorosa y alimentaria que, a la vez, nos da consejos sabios sobre los peligros de las drogas y la priva en los puntos de información que se van a instalar en el sarao, no quiero ni pensar en la de borrachuzos que se acercarán a chotearse y a llamarles “rajaos” a los que se estén informando, qué risa, menudos somos aquí. La conceji Eleni auspicia sus Fiestas de la Primavera con el primor y la lírica propias de la fecha, pero luego va la chusma y se las bebe a lo borricazo.

Así sí, PP, así sí, ¿lo ves?

Tal vez el Mariano Rajoy que visitó el martes La Moncloa sea el auténtico Mariano Rajoy. Puede que, hasta ese martes y desde que comenzó la crispación causada por la posible paz que intenta Zapatero con la banda asesina, el líder del primer partido de la oposición fuese un actor obligado y obediente de los duros guiones escritos por otros, menos moderados, más rencorosos, terriblemente fríos y con una caligrafía encrespada de soberbia. Hay que ver lo que se nota cuando la política es franca y corre normalmente por sus cauces lógicos y sensatos, por no decir “naturales”, esto es, cuando la política mira al pueblo y no al logotipo de su partido. Así sí, PP, así sí, ¿lo ves? Es posible que en el Partido Popular alguien, acaso una mente lúcida, se haya percatado de que lo que en realidad va en contra de sus réditos electorales es la cerrazón de esa derecha tan de derechas que, a excepción de unos pocos, suele hastiar mucho al personal. Bendito sea el hallazgo, por más intereses partidistas que siga persiguiendo, pero cuánta descarga y alivio nos proporciona. Felicito sinceramente al sector del PP que apoya ese apretón de manos y que convierte el aire político en cosa respirable.

La aspirina y la leche en polvo

Ya está la Iglesia católica dando por saco contra la vida humana. Es que no para. Y, por supuesto, lo hace desde la hipocresía y la contradicción, que son sus fuertes, los territorios en los que se siente más cómoda ella, mírala ahí, tan señorona y oropelada. El jefazo de la Conferencia Episcopal, cura Blázquez, se enfollina a cuento del anteproyecto de ley para la investigación biomédica de embriones y la reproducción asistida, todos le aplauden, plas, plas. Dice, muy inspirado y con esa vocecita tan meliflua y sospechosa que acostumbra a gastar el clero, que “las fuentes de la vida son sagradas”. Claro, hombre, claro; pero de ponerse condongos para evitar muertes por sida, ni hablar, ¿eh?, de eso ni hablar. Abstinencia, castidad, rodillas juntas y un vaso de agua helada a mano, o sea imposibles, absurdos y tonterías. “La Iglesia se alegra del progreso de la ciencia”, añade el padre Ricardo, “pero pedimos que a su poder se le una la conciencia moral”, lo cual quiere decir que no se alegra y que los científicos estarían mejor quietecitos o reinventando la aspirina y la leche en polvo. Las enfermedades las manda Dios y las quita Dios, ahí estaríamos aún de no haber espabilado un poquillo.

Ida de olla de los andalucistas

No me extraña que el Partido Andalucista diga ahora que es falso el documento difundido por el PSOE. La vergüenza que tienen que estar pasando se la deseo yo a mi peor enemigo, por supuesto que sí. Eso de que en el Estatuto reformado aparezca “realidad nacional” en vez de “nación” es uno de los términos más cursis, más pedantes y más sinlachas que he oído últimamente. Yo creía que para ser nacionalista de cualquier tierra bastaba con ser ideológicamente un cateto, porque los nacionalismos siempre me han parecido una catetada, no lo puedo remediar, una cosa rancia de chupar territorios y sacarle brillo con la manga a los himnos y a la Historia; ahora veo que, además, hace falta una capacidad innata para proponer chominás y pazguatadas con las que, eso cree el PA, se respirará mejor por estos sures tan nuestros. “Realidad nacional”, ¿qué leche es eso? Cuando el fanatismo llega a la raya papanatas, una de dos: o te asqueas o te pegas una mano de reír que crujes. Nada más que por eso, para que chinchen y verles patalear, dan ganas de defender la unidad de España, lo que pasa es que luego uno lo piensa y bueno, mejor no, que eso es muy facha. “Realidad nacional”... Da alipori, oye.

Fontecha, denunciado y absuelto

Y sin embargo otras veces la Justicia nos da alegrías y hasta motivos para pensar que, en ocasiones, funciona con toda normalidad y corrección. Me refiero al caso Fontecha, don Francisco José, el vecino jaenita denunciado por el Ayuntamiento tan pejiguera que tenemos en esta capital absurda y marranduzca, a cuya gerente del Plan Urban no le hizo ninguna gracia que a este ciudadano no le gustaran ni el ritmo ni el hacer que llevaban las obras de la calle Martínez Molina y así lo manifestase en su día. Absuelto, no hay lugar a multa, vaya usted con dios. Maldita sea, un ayuntamiento ha de estar muy aburrido, muy requemado o tener muy mala follá para querellarse contra un contribuyente por el hecho de criticarle la actuación. Lo de Martínez Molina fue y es una guerrilla de despropósitos y enconamientos por parte de gerentes y concejales prepotentes contra el vecindario al que sirven, entérense de una puñetera vez: al que sirven y al que no se denuncia como si fuera una pandilla de delincuentes, sino con el que se dialoga. Felicidades a Francisco Javier Fontecha Almagro por ser un tipo molesto para las autoridades y fuerzas vivas municipales, por no callarse ante los chapuces que paga.

¿Se acuerda el PP del año 1998?

Tenemos derecho a la esperanza y a que ningún partido político torticero y rencoroso venga a decirnos que somos unos bobos y unos ingenuos si creemos que la tregua permanente de ETA va a significar la paz definitiva. Tenemos derecho a ser unos bobos y unos ingenuos frente a los demudados por el comienzo de un logro histórico en el que queremos creer. Lo único malo que el PP le ve al acontecimiento pacífico que hoy empieza es que no lo han conseguido ellos, que no lo consiguieron cuando también intentaron negociar; cuando, por ejemplo, Aznar dijo en 1998, año de acercamientos peperos al terror y al cese de la violencia (¿se acuerdan, os acordáis?), que “si los terroristas dejan las armas” sabría ser generoso y Mariano Rajoy añadió que “el Gobierno ha hecho un gesto conforme a la voluntad y el deseo de que llegue la paz”. Las hemerotecas son a veces cementerios de muertos enterrados con vida, que gritan y patalean, pero a los que nadie oye. Tenemos derecho, sí, a desenterrarlos y a ponérselos delante a los que ahora no les conviene el fin de ETA, a los que sólo ven votos de menos y nuevos fracasos electorales en unos pasos políticos que podrían beneficiar a todos los españoles.

La Justicia es un absurdo

Y dale, anda que se bajan del burro, laírgen qué Justicia, dios nos libre. Casi dos años y medio de prisión para cada uno de los dos socios de un pub jaenita por molestar a los vecinos con la música del local. Hasta la misma juez que ha dictado la condena se ha tenido que echar las manos a la cabeza y asegura que pedirá el indulto parcial de la pena. Lo dije en su día al respecto de este asunto y lo repito: que no, que eso es descompasado, que se cometen por ahí auténticas brutalidades y, en proporción, los condenados no reciben más que cogotacillos, por malos. Ejemplo: ayer mismo leíamos también que a una vecina de Villacarrillo le echan doce meses por denunciar falsamente haber sido violada por un hombre, al que con un poco de mala suerte podía habérsele podrido la inocencia en una celda durante años. Yo es que no entiendo qué leche de leyes tenemos. Algunas parecen estar concebidas para provocar al personal. Si, de primeras, a los del pub este les llegan a meter un zambombazo de multa, en vez de 400 euros, que pagan ellos con la pimporreta, lo mismo no hubiesen reincidido en el jaleazo que yo no digo que no armaran. En el defecto y en el exceso de la Justicia está su absurdo.

La propuesta apóstata de IU

Lo que IU quiere, con razón y justicia, al presentarle al Gobierno una proposición no de Ley para que se tomen más en serio y se agilicen los trámites que te borran de cualquier religión, o sea la apostasía, es evitar la posible putada de que te lleguen los papeles de apóstata cuando ya estés muerto y disfrutando de lo que a lo mejor existe, el más allá, y entonces te echen a la calle o a la nada con muy malos modos, por incrédulo y por chuláncano. Sea como fuere, el Gobierno de Zapatero debe atender esta propuesta cuanto antes, hagan el favor. El sistema de captación de socios de la Iglesia católica, por ejemplo, es de lo más fraudulento, si se piensa, porque ficha a sus adeptos cuando éstos no se pueden todavía defender ni con las manos ni con la conciencia, en complicidad con los padres, que hasta se emperifollan y maquean para cometer el abuso y después van y lo celebran por todo lo alto y con mucha alegría, haciendo partícipes a abuelas, tías, suegras y primillos: un horror. El derecho a rectificar hay que concedérselo a cualquier bicho viviente y las religiones están cuajadicas de equivocados, aparte los fanáticos, los del Opus Dei y por ahí, que ésa es otra especie.

Dios está contra el botellón

Jóvenes, os pongáis como os pongáis, no va a haber más remedio que darles la razón a los puretas. Primero en eso de que Dios también está contra el botellón, según se pronunció el viernes mediante la manta de agua que le endiñó a Jaén y que os metió bajo los soportales como a una pandilla de viejas y viejos reumáticos y tiquismiquis, ¡ay que me mojo, ay que me mojo!, así que un respeto, que ese pureta no es un pureta cualquiera. Y segundo, por eso que ya os habrán dicho y repetido hasta rayaros: que los jóvenes franceses se están echando a la calle para exigir contratos de trabajo dignos, futuro laboral, derechos, mientras que vosotros no veis en la calle más que un territorio para la priva y el drogueteo, so borrachuzos, so perdularios, y en que los papis os sigan manteniendo frente a la precariedad del curro, la imposible vivienda y todos esos etcéteras que nos afectan. Ya sé que también es mala suerte que los gabachos se hayan puesto serios con su Gobierno por las mismas fechas que a la juventud española se le metían las ganas de francachela en el cuerpo, pero oye, así es la vida. Y la verdad es que en la comparación salís muy mal parados, en bragas y tiritando. ¿Sí o sí?

Úbeda y sus mantillas

Pero hombre, ¿qué tendrán en Úbeda contra las mantillas cofrades que procesionarán en La Columna, con lo gráciles y pizpiretas que quedan esas señoras, esas señoritas y esas señoronas disfrazadas de España y manifestando su devoción a través del emperifollo, que es una forma como cualquier otra de demostrarla? Circulan unas pegatinas que rezan “¿Mantillas? No, gracias” y que tachan un icono antiguo de fémina con peina, para sorpresa de hermandades y particulares. Vaya por delante que aquí el que suscribe, al vivir tan lejos de Úbeda y no mamarla más que de visita y para comer sus ochíos de pimentón, desconoce los mecanismos de su sociedad más profunda, pero creo que no me precipito al pensar que quizá los motivos del rechazo sean meramente estéticos. Qué tontería. Aquí, en la ciudad lagártica y perra, llevamos muchos años sacando reatas de mantilleras y es lo mejor de las procesiones, algunas componentes van muy vistosas y desfilan sabiéndolo y otras, cuchi qué lástima, hacen el mamarracho con mucho fundamento y son motivo de jolgorio, mofa y befa, lo cual entretiene lo suyo al personal: que si la peina torcida, que si la media arrugada, que si la cara de yonqui...

Y esta noche, el viciaco

Bueno, pues hoy es el gran día. Qué generación ésta, que consigue reunir con preocupación a las fuerzas vivas del lugar como si de una situación de emergencia se tratara, como si se esperase una invasión extraterrestre, una plaga de cigarrones, un tornado arrollador o la visita de un agitador de conciencias. El macrobotellón de hoy en la Alameda ha sido noticia diaria desde hace dos semanas y, quieras que no, eso es una publicidad que va a conseguir que esta noche acuda más de un abstemio decente, de esos que están siempre a vueltas con el ejemplo y la familia, a ver si es verdad que ese demonio tiene los cuernos tan afilados, el rabo tan largo y el aliento tan fétido. A lo que no hay derecho, hombre, es a que las autoridades vayan a convertir el recinto alamedo en un campo de concentración. Habrá cacheos “selectivos”, que suena a que sólo registrarán a los que tengan mala pinta, en busca de droga y vigilancia de los establecimientos que vendan priva, lo cual es una putada porque sin estupefacientes ni pirriaque fácil yo no sé qué clase de botellón esperan, a ver si ahora vamos a hacer el ridículo ante toda España quedando Jaén como un parvulario en lo que a viciaco se refiere.

Con la mochila a cuestas

El Mariano Rajoy se ha corrido. De ligero. Con “El Mundo”. Y con la mochila. A cuestas. El Mariano Rajoy se ha corrido de ligero con “El Mundo” y con la mochila a cuestas, digo, esa mochila que todo el Partido Popular carga y seguirá cargando a sus espaldas con las últimas fuerzas del rencor por aquel terrorífico 11 de marzo de 2004 en Madrid, que les dejó sin poder y con sospechas de mentirosos. La actitud demostrada durante el acto de homenaje a las víctimas fue estúpida: ni la presidenta Aguirre ni el Mariano se bajaron de la tribuna para hablar con los destrozados por el terrorismo islamista que la soberbia de ese tipo, Aznar, nos metió en casa, y además, por si fuera poca estupidez, se piraron antes que el presidente del Gobierno. Aquello les olía a derrota antes que a tragedia, a votos de menos antes que a llanto... Y todavía siguen con la perra de que hay que averiguar lo que pasó. ¿Seguro? La información precipitada de un periódico amigo les inspira nada menos que anular el sumario del 11-M, hasta que se dan cuenta de que con ello están tomando por el pito del sereno a la Dirección General de la Policía y a la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Eso es un odio ciego.

La Catedral de Jaén, ¿de pago?

Le recuerdo al obispo de Jaén que su Jesucristo echó a pestugazos a los mercaderes del templo, pero claro, él dirá que eso no tiene nada que ver con lo que se están planteando: cobrar por entrar a la Catedral jaenita, y que no hay que sacar las cosas de contexto y que calla ya y no marees, jolines. Pues no me callo. Y no me callo porque, ya que tenemos que aguantar los mandatos, preceptos y pejigueras de una Iglesia retrógrada, hipócrita y mojigata, lo único que le pedimos los ateazos anticlericales es que, al menos, esa Iglesia sea consecuente con sus creencias y no las adapte según le convenga. Un templo es un templo, en Jerusalén y en Jaén, y el mercadeo es el mismo con euros que con las monedas que le dieron los malos a Judas; la única diferencia, cucha tú, mira por donde, es que los del mercadillo aquel de la Biblia, tan sacrílegos, eran unos particulares y ahora son los propios de dentro los que van a menear el ánimo de lucro mediante su propio producto. Una catedral es, además de un sitio para el culto de quien siga creyendo, un monumento patrimonio de todos, antes que de la Humanidad, y su multinacional católica, señor obispo, creo que ya se mantiene. Y muy bien, ¿no?

Vámonos a los vicios

Los “vicios”, nosotros llamábamos “los vicios” a las salas de juegos recreativos, a los futbolines, “vámonos a los vicios, nene, vámonos a los vicios”. Ayer nos contaba este periódico que en toda la provincia jaeneta ya sólo quedan doce salas, y bajando, porque internet y las consolas han venido fusilando sin piedad a los muñecajos tiesos y alineados de ese invento español de cuyos últimos vestigios, que yo sepa, todavía podías disfrutar hasta hace poco en el bar “Tijuana”, ese subterráneo de románticos que queda en la ciudad, pero ya ni eso. Modestia aparte, yo soy muy bueno al futbolín, intuitivo jugador innato, más en la defensa que en el ataque, las cosas como son, y si practicara con más asiduidad podría desafiar al más chulo del barrio y ganarle, lo que pasa es que, ay amigos, nos quedamos sin futbolines, sin “vicios” y sin imaginación, porque ahora el Bernabéu y el Camp Nou y el Maracaná no están en el localcillo del barrio esperando a que tú los crees, sino que ya está hecho, el de verdad, en las pantallas del progreso, y el clamor grabado del gentío suena verídico frente a la vocinglería y los castañazos de aquellas tardes últimas de domingo, billares y golazos de madera.

Esos chicos tan "normales"

Nadie ve nada, quién iba a imaginarse, un hombre normal, ¿qué es ser “un hombre normal”, me lo quiere explicar usted, mujer?, una madre cómo va a saber que su “compañero sentimental” (cursilada de expresión, máxime cuando el que te acompaña en los sentimientos es una mala bestia) tortura a su hijo de pocos años, nada, nada, imposible, es una niña muy triste que no mira a los ojos, algo le pasa, ¿pero qué?, ah no lo sé, algo le pasa, y dice un juez: “Como vuelvas a pegarle al nene te vas a enterar” y pide al guardia que acompañe al hijoputa hacia la puerta de la libertad, la chiquilla se ha caído por las escaleras, es que no para quieta, por eso tiene esas quemaduras en el culillo y esas marcas de correazos en los costados, es más mala, la tenemos que dejar atada en casa para que no moleste ni cometa trastadas, somos muy adultos y tenemos mucho derecho a vivir, es nuestro hijo y nadie ve nada, nadie, quién iba a suponer, ahora llorar es fácil, es mucho el miedo a la cárcel y las lágrimas florecen rápido, ay mi hija, ay mi niño, váyase usted a la mierda, señora, y reencuéntrese allí con su alma, degenerados y animales y cafres y qué “chicos más normales” los apaleadores de niños.

Un par de ideas para IU

Felicito a la Izquierda Unida jaenoncha por darnos la oportunidad de que seamos los votantes y simpatizantes quienes escojamos al candidato a la Alcaldía de Jaén y le propongo al partido, si me lo permite, un par de ideas para que el proceso resulte tan puramente democrático como saludablemente ameno. Yo cogería a los aspirantes y los expondría durante una semana en una gran urna de cristal plantada en mitad de la plaza Santa María, acondicionada con las comodidades básicas y, siempre que sea posible, provista de agujeros para que puedan respirar. De esta manera los indecisos podrían observar sin prisa las evoluciones vitales, espirituales y fisiológicas de sus preferidos y determinar quién es el más apto. Lo malo es que en Jaén hay mucho facha y mucho borrico y buena pondrían la urna a huevazos, pero ése es un mal inevitable. Tras ello, concurso de mítines en cualquiera de los muchos teatros de la capital, una sencilla prueba de sentido del humor y del deber y, como colofón, bailes y canciones populares mientras el respetable arroja euros al escenario para comprobar si la cercanía del dinero les hace perder el compás. Y después, hale, a votar a la María Dolores Nieto.

La ley que no funcionó

Al final, la ley antitabaco de la Salgado —esa ministra que sin duda la creó movida por rencores personales contra los fumadores; seguramente fue un trauma de juventud el que la hizo meterse en política y soñar con ser algún día ministra de Sanidad para perturbar a los humeantes— se ha quedado en números y porcentajes que, recontados, la han abocado al fracaso, al menos en la hostelería. Toma. Casi todos los locales que acataron la ley han tenido que bajarse los calzones ante la caja registradora y borrarle con una goma la odiosa cruz pintada sobre el cigarrito del cartel. Yo que me alegro. Se creía esta mujer que un español en condiciones y como dios manda iba a sacrificar el truja que acompaña a la cañita fresquita pa’al arroz. Tararí que te vi. El fumeque en los bares, los toros y escupir tus buenos galipollos en la vía pública son tradiciones y vicios demasiado arraigados en este país como para eliminarlos con cuatro letras y algunas recomendaciones médicas, ¿a qué vienen si no los turistas, a oír misa de ocho, si es que a las ocho hay misa, que lo ignoro? Esa ley nació insensata, hipócrita y dictadora y así le va. No sabían que el tabaco también es riqueza. O pérdidas.

Una queja contra el "Trepa"

Señor director, agradecería la publicación de este escrito en el periódico que usted dirige. No recuerdo sentirme tan indignado en toda mi vida como me siento ahora, si acaso desde que la Iglesia dijo que los perros no van al cielo, que fue justo cuando acababa uno de enterrar a su Chuchi. A resultas, me veo en la obligación de traer a este espacio la intolerable respuesta que obtuvo mi intervención del viernes pasado en esa sección tan polémica e irritante titulada “Trepabuques”. No, no y no. Aquí se vislumbra un debate político, social y estético que puede traer mucha cola y hasta mover significativamente los tranquilos cimientos de esta provincia tan tonta. Podría decirlo más alto, chillarlo si ustedes gustan, pero jamás más claro: los leotardos de María Dolores Nieto son míos. ¡Míos! Y además pertenecen íntegramente a este lujo de imaginación que tengo. Yo y sólo yo, entérense los señores del “Trepabuques”, soy el creador de mi criatura, o sea de la concejala roja con leotardos, y estoy dispuesto a negar uno por uno los documentos gráficos de los que me hablan y con los que pretenden arrebatarme una propiedad. Que hable María Dolores Nieto, futura y primera alcaldesa de Jaén.

Invitados al gran botellón

El día 17 del presente iré al macrobotellón de La Alameda, he recibido el mail anunciándolo y no me he resistido a reenviárselo a 47 amigos, animo a los que no son estudiantes y a los que ya peinan canas y calvas, como yo, que peino las dos cosas, a que se dejen por una noche de barecito con tapita y cuñaos y asistan a la gran fiesta callejera de los nenes borricotes y de las nenas sin frío, ¡vamos a beber y a drogarnos todos por una sola vez en la vida!, habrá porretes, setas, tiritos y mucha alegría, es posible que algunos decidan partirse la cara, pero no hay problema, se les tira al pilón y listo, y que se unan los vecinos de alrededor antes de empezar a quejarse, ya saben: si no puedes con tu enemigo, únete a él y que sea lo que dios quiera, ¡vamos, venga!, que el macrobotellón del 17 se llene también de puretas, van a ver esos cocacolos y esas fantitas de limón lo que es un jolgorio y un pasonaco con la camisa por fuera, y cuando la cosa esté más que tibia podremos perdernos con la santa por algún jardincillo y recordar viejos tiempos de pasión silvestre, los orgasmos al aire libre traspasan fronteras, casi diría que las eliminan, así que, sin cortarse, véngase usted también.

Cuestión de mala leche

Da la sensación, según se cuentan a veces las cosas, de que la culpa de la violencia entre escolares la tienen los teléfonos móviles con cámara de vídeo: que si la tecnología no avanzase tanto, los nenes se zurrarían menos y no encontrarían ganas de apalear a los más débiles ni de martirizar mendigos y que serían mucho más buenecitos. Pero claro, como ahora es tan fácil y barato registrar en imágenes la realidad, los angelicos qué culpa tienen si no pueden hacer otra cosa sino comportarse como borricos. Y no, ¿eh? Es obvio que no. Los chiquillos y los zangolitrones se han pegado de toda la vida, sanamente y con sus razones, con su honor y con su orgullo, como hay que pegarse llegado el caso. La diferencia es que a los jovenzuelos de ahora la sociedad les tiene creado un monstruo recosido con trozos de brutalidad, insensibilidad y fama audiovisual que los acuna prácticamente desde que nacen. La mala leche la llevan puesta, lo que les faltaba era inmortalizarla para el divertimento general, económico y sesión doble. Dejémosles los aparatitos modernos y miremos un poco en sus casas, a sus padres. A lo mejor nos damos cuenta de que, en fondo, es verdad que son unos angelicos.

Pegarle fuego a la blasfemia

Estuve en enero en el estreno del nuevo espectáculo, irreverente y divertidísimo, de Leo Bassi, titulado “La revelación”, en el madrileño teatro Alfil, que el otro día se salvó de milagro del incendio que intentó provocar el artefacto de un individuo, seguramente muy creyente y muy cristiano y muy con el cielo ganado, por supuesto que sí. A ver si voy a tener que renegar de la columna que les eché hace poco, a cuento de las caricaturas de Mahoma, en la que reconocía que los católicos al menos no te matan cuando haces cuchufleta de sus creencias, las cuales, en ocasiones, la verdad es que para eso están, porque de otro modo es que no entran en la cabezota. Espero que no, que el incendiario sea un loco aislado y puntual y no pertenezca a alguna secta o mafia derivada del profundo amor a Dios y sus liturgias. Y lo curioso es que esa obra ha recorrido Europa sin problemas, pero claro, viene a la tierra de María santísima y hale, a quemar el teatro con quien sea dentro. Da escalofríos pensar que hay gentuza que está convencida de que esos actos los premian el Padre, el Hijo y hasta el Espíritu Santo, que sale menos. Por lo demás, el espectáculo de Bassi es una panzá de reír. Vayan, vayan.

¿Para qué leches sirve el socialismo?

Se me ocurren varias razones para calificar de payasada el nombramiento de la Duquesa de Alba como Hija Predilecta de Andalucía, lo que pasa es que la libertad de expresión a veces se comporta como una auténtica dictadora y no te pasa ni una. Lo vergonzoso es que un presidente socialista le ponga medallas a una duquesa mientras en la puerta de la calle la policía aporrea sin consideración a unos jornaleros que protestan porque ya están hasta la misma pimporreta de esa señora, que, entre otras cosas, dicen que les obliga a ir a misa. “Me da igual, están locos”, declara la Cayetana con esa voz tan melodiosa y convincente que tiene. A ver si no es para cagarse en lo más sagrado. O sea, en la aristocracia. Esto no cambia: los señoritos dándose el festín en el palacio y los trabajadores recibiendo palos en el barbecho de sus derechos. Lo que usted mande, señora duquesa, aquí estamos para servirle. ¿Se puede saber de qué leches nos sirve el socialismo en Andalucía, maldita sea la sangre de Pablo Iglesias, si distingue entre hijos predilectos de Andalucía y gentuza del campo que grita y estorba y afea los oficios? Asco me dais. Y ahora mandadme a los antidisturbios, si tenéis psoes.

Células madre de la monarquía

Ahora que sabemos que los Príncipes de Asturias han mandado un poquito de los Borbones a Tucson, en la Arizona de los Estados Unidos del Bush, no quisiera estar en el pellejo moral de los monárquicos católicos que huelen el pecado de soberbia contra el grandísimo Creador en el tejemaneje científico que no se limita a elaborar boticas y cataplasmas para ir tirando con nuestros males. Aunque, bueno, tal vez no lo consideren tan aberrante si se trata de doña Leonorcilla (permítaseme el diminutivo a una recién nacida), futura reina de España gracias a la misma sangre que le han congelado en un bote los del Cord Blood Registry a fin de remediar a la niña si, dios no lo quiera, empachuchase gravemente. Para mi gusto, lo que han hecho la Letizia y el Felipe es una de las cosas más razonables y hasta sanas que pueden darse en las monarquías del siglo XXI, esto es, comportarse como seres humanos que se preocupan por sus hijos y utilizar los nuevos avances médicos. Incluso estoy dispuesto a olvidar que lo paguen con el mismo dinero público que utilizan para comprarse el pan Bimbo, irse de veraneo, vestirse y —quién sabe, tampoco estaría del todo mal— echar unos cartoncicos de bingo.